OTRA COMPACTA ES POSIBLE Sigma DP1: primeras muestras

Dos años de espera han acrecentado las amplias expectativas despertadas por la DP1 de Sigma. No es para menos: un sensor Foveon X3 de tamaño APS-C embutido en un cuerpo de peculiar diseño y un angular fijo de 28 milímetros conforman la carta de presentación de la compacta más original del momento. Con un precio de 800 euros y un uso exigente, no es la DP1 una compacta para todos los públicos.

Iker Morán.- A falta de poco tiempo para que las primeras unidades de la esperada DP1 salgan a la venta, QUESABESDE.COM ya ha podido pasar unos días con una unidad de producción final. Peculiar en su diseño y original en sus prestaciones, la nueva compacta de Sigma atrae miradas y despierta curiosidad a partes iguales.

No es -y así lo demuestran las pruebas- una cámara asequible para cualquier fotógrafo. Ni por precio (unos 800 euros) ni por nivel de exigencia, ni tampoco por la paciencia que cabe esperar del usuario que apueste por este camino.

Imán de miradas

Aunque después de dos años de espera el diseño de esta cámara no suponga ninguna sorpresa, resulta imposible obviar este capítulo tras haber experimentado durante unos días con ella. Si -como suele decirse- para gustos están los colores, la DP1 causará furor, sorpresa o curiosidad, pero es poco probable que deje indiferente a quien se cruce con ella.

La verdad es que a nosotros nos han encantado sus líneas simplificadas al máximo, su aire retro y sus nulas concesiones a lo que suele ser una compacta. El conjunto formado por el cuerpo y el visor o el flash opcionales (130 y 60 euros adicionales, respectivamente) es realmente digno de una vitrina.

Sin embargo, presenta fallos imperdonables para una cámara de este nivel. El agarre, por ejemplo, es un error de bulto, y nunca mejor dicho. Una empuñadura un poco más acentuada -ahora no es perceptible más que una zona rugosa- evitaría esa sensación de que la cámara se nos va a escurrir de las manos en cualquier momento.

La alternativa de utilizar el barril del aparatoso parasol (15 euros más) para sujetar la cámara con dos manos ofrece mucha mayor comodidad.

La solución sería bastante sencilla: utilizar la rueda de enfoque manual para otras funciones cuando trabajamos con enfoque automático y colocarle de paso algún tipo de seguro o pasos intermedios para que no gire libremente.

Enfoque manual

Como era de esperar, el angular de 28 milímetros y f4 es uno de los actores estrella de la marca, pero también uno de sus puntos débiles. Sin duda, Sigma ha realizado una ardua tarea al ensamblar esta óptica con un sensor APS-C en una cámara compacta. Pero, una vez reconocido el mérito, cabe reseñar que el rendimiento de la óptica no nos convence. No es tan luminosa como cabría esperar por este precio ni dispone de sistema alguno de estabilización. Además, no parece lidiar muy bien con las aberraciones y las luces fantasmas que se cuelan en los contraluces.

Estaríamos dispuestos a pasar por alto estas cuestiones si el enfoque automático fuera realmente eficaz y convirtiera la DP1 en un buen instrumento para tomar fotos sin mirar por la pantalla o el visor y pasar, por tanto, inadvertidos. Pero estas pretensiones chocan con un autofoco menos ágil y silencioso de lo esperado. ¿Qué opción nos queda? Desenterrar los apuntes de fotografía para ver qué era aquello de la hiperfocal o poner a prueba nuestros cálculos de distancia para acertar con el enfoque manual.

¿JPEG? Mejor RAW

Otro clásico de las cámaras dotadas de sensores Foveon X3 se reproduce al pie de la letra en esta DP1.  Siguiendo los pasos de su hermana mayor, la SD14, esta compacta permite trabajar tanto en RAW como en JPEG. Ahora bien, que permita hacerlo en este último formato no implica que sea recomendable si se quiere aprovechar todo lo que este peculiar tipo de sensor puede dar de sí.

Así que no es de extrañar que las sensaciones que provocan las primeras muestras obtenidas con la DP1 sean agridulces. De entrada, los resultados con sensibilidades altas -la DP1 era esperada como agua de mayo por muchos profesionales en busca de una compacta capaz de responder a 800 ISO- dejan mucho que desear.

Las capturas directas en JPEG tampoco son para lanzar cohetes en cuanto nos alejamos de unas condiciones de luz óptimas. Falta nitidez, saturación, contraste... y un balance de blancos que a plena luz del día dé un poco más de alegría a las fotos. Todo ello lo compensa el trabajo en RAW. Un rápido procesamiento con el programa Sigma Photo Pro de los archivos X3F obtenidos mantiene la esperanza en esta DP1.

Nos ha sorprendido sobre todo el rango dinámico de la cámara, tanto en las sombras como en las luces. Hasta tal punto que en más de una ocasión -en las muestras de RAW así se percibe- hay que andar con mucho ojo para no cruzar la frontera del HDR (alto rango dinámico).

Exigencia

A falta de una prueba más exhaustiva -queda por ver, por ejemplo, si los resultados con sensibilidades elevadas al trabajar en RAW son más decentes-, la DP1 parece cumplir el guión esperado de una cámara con sensor Foveon X3.

Si esto es una buena o mala noticia, será el usuario quien lo decida a la vista de las imágenes obtenidas. Queda claro, eso sí, que la DP1 no es ni mucho menos una compacta más. Es singular en sus formas y en su estilo. Cuesta más, ofrece más, pero siempre que el fotógrafo también esté dispuesto a dar más de sí y a trabajar con mimo cada imagen.

Via www.quesabesde.com nota

 

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